21 de diciembre de 2010

Ser de Tierra-Proceso



La aguja, con su pelo largo de hilo, se sumerge en la tela de diminutos hoyos de un tejido para bordarse en ondulaciones como las de un río sobre la superficie de la tierra. Penetrando por delante y saliendo por detrás, cociendo un dibujo quirúrgico de figuras que sugieren el interior de un cuerpo fragmentado. Los pedazos de este cuerpo se inflan por separado, cada pieza rellenándose en una mezcla de tierra y semillas. De toda esta mezcla se comienza a embutir el cuerpo del muñeco en la capacidad de su propio volumen. Primero se arman las manos y los pies, luego se empatan al torso amarrándose a sus brazos y piernas. La cabeza finalmente lo completa todo en un muñeco alargado y flácido que riego con agua antes de abandonarlo por la noche. Aquí yacerá dormido sobre la tierra, esperando intacto el fenómeno de su pronto renacimiento.


La obra tiene un acontecimiento con mi abandono, su crecimiento de plantas germinando, continua al bañarse con el sol y la lluvia. Los pájaros en busca de alimento descosen algunos hilos, dejando caer varias semillas alrededor. En cada regreso al campo desde la ciudad percibo la adaptación de la obra a su entorno y su camuflaje en verde naturaleza. Lentamente y por diferentes partes del cuerpo aparecen pequeños tallos similares a las agujas de las muñecas del Vudú. Creencia que a través de la representación de la realidad como en una magia simpática se obtienen resultados deseados. En este caso el muñeco representa un deseo optimista hacia la tierra volviéndose infinitamente fértil y verde.


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