7 de diciembre de 2011

La hija de la tierra


Durante estos últimos meses he ido desarrollando diferentes proyectos en relación a la agricultura y el arte en el Liceo de Chesnoy en Amilly Francia. Gracias a una beca que gané a través del ministerio de cultura en el Ecuador, la Alianza Francesa de Quito, la Embajada de Francia en Quito, la Embajada del Ecuador en Paris y el ministerio de agricultura de Amilly y el Liceo de Chesnoy he podido desarrollar mi creación artística en un ambiente agrícola en el cual he podido aprovechar de todo su entorno y maneras de trabajo. Mi objetivo en esta residencia era incluir a los estudiantes y personal del Liceo en el proceso de mis proyectos creativos, a través de la participación organizando actividades y dando talleres lúdicos. En el blog www.bonnehumaine.blogspot.com   he ido subiendo el proceso de creación de todos los proyectos  realizados durante estos dos meses y ahora en este blog presento mi proyecto final de la residencia.


La hija de la tierra es el nombre que le di a mi obra de arte en la parcela agrícola del Liceo de Chesnoy. Se llama así porque esta obra de arte es mi hija, es una extensión de mi. Ella nace mediante la creación artística y vive a través del crecimiento de plantas originarias de las semillas. 

Esta es una obra que se visualiza de diferentes perspectivas, para verla en su totalidad es necesario mirarla desde lo alto. Cuando uno la rodea desde la tierra, se puede percibir partes de un cuerpo y si uno se acerca con el lente de una cámara es como si su cuerpo de convirtiera en un gran paisaje. 

Su nombre enigmático pone en cuestionamiento su origen. La hija está hecha de tierra, su madre es la tierra, pero el significado de tierra tiene muchas connotaciones en diferentes culturas y lugares. En el Liceo agrícola de Chesnoy la tierra representa un bien de producción y de consumo, la agricultura es una actividad necesaria para la alimentación mundial. En cambio la tierra en las culturas indígenas es la pacha que quiere decir tierra, mundo y tiempo. En la cosmovisión andina existe el concepto de la pacha mama o la madre tierra, la tierra como una divinidad, un dios, un ser viviente. Es como si camináramos y construyéramos nuestras ciudades encima del cuerpo de un inmenso ser viviente. La tierra también tiene el significado de la propia identidad ligada al lugar donde uno nace. En el vocabulario cotidiano hablamos de venir de una tierra, de nacer en una tierra y de ser parte de la misma, de tener raíces. Lo cierto es que los seres humanos no somos árboles, sino que tenemos pies y alas para trasladarnos de un lugar a otro, de una tierra a la otra. La hija de la tierra nació en un terreno francés y ahora forma parte de este lugar y como un árbol, se quedará siempre en este lugar, morirá aquí y yo me iré, pero ella seguirá evolucionando sin mi. Y yo, mientras esté aquí formaré parte de este lugar porque uno es de donde está, uno es la tierra, la tierra son las personas que viven en un determinado sitio.
 El vestido hecho de retazos de ropa lo cosimos con los estudiantes en diferentes talleres. La instalación de la obra la pudimos realizar gracias al camión que me prestó la escuela para desplazar los pajonales y traer la tierra. Las semillas que sembré son la cebada, el trigo y la avena, estos tres granos se producen en las parcelas de la escuela. Francia tiene una producción agrícola muy intensa y haber realizado una obra en la esquina de una parcela significó la confrontación del arte y la agricultura en el Liceo, el permiso de la tierra fue la manera en que pudimos entender cada uno más de cada mundo, es decir que yo pude aprender mejor sobre como funciona la agricultura en este lugar y creo que para ellos esta parcela nunca más va a ser solo un espacio de producción. 

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