24 de junio de 2011

¿El origen de la agricultura? Muñeca-Jardín, después de 10 días

Cuando imagino el pasado de nuestra humanidad, veo una tierra verde, repleta de árboles de diferentes frutas, playas vírgenes y por todos lados miles de animales extraños, que ahora solo podemos inventar.  En este territorio, los alimentos eran un regalo de la naturaleza, en donde no existía la palabra sobrevivir, sino solo, vivir. Como en ese Paraíso, descrito en la Biblia, en donde vivían Adán y Eva, hasta que según la mitología, fueron expulsados. Aunque tal vez nunca existió ese Edén en particular, de recursos inagotable o de consumidores escasos. Sino que ese lugar es la misma tierra en la que vivimos. Solo que a través de la reproducción y el incremento de las poblaciones, nuestros primeros pobladores tuvieron que irse desplazando cuando se terminaban los alimentos, convirtiéndose en nómadas y así, su sobrevivencia en la razón de su existencia. 

¿Cómo habrán descubierto los seres humanos que podían ellos mismos sembrar sus alimentos? Para estos descubrimientos siempre hay alguna explicación mitológica: como en Egipto, el dios Osiris fue quién comparte el conocimiento de la agricultura con la humanidad. Pero la verdad, es que muchos inventos se han descubierto a través de la equivocación y puede que la agricultura no haya sido la excepción. Imagino que a algún nómada  se le cayó una pepa de mandarina  en la chaqueta de piel y al cabo de unos meses la planta le comenzó a crecer por el hombro. Si eso sucedió, entonces esa persona tuvo que haber sido venerado como el dios de la agricultura, que después de varios experimentos y vueltas, descubre que de las semillas crecen plantas y que se necesitan ciertas condiciones para que crezcan. Seguramente la primera planta en la chaqueta del dios prehistórico inventor de la agricultura, no sobrevivió. Porque de ser así seguramente la historia de la humanidad hubiera tomado otro rumbo. La agricultura se hubiera inventado en nuestro propio cuerpo y si hubiera sido así, seguiríamos siendo nómadas, con la diferencia de que cargariamos con nuestro alimento en el cuerpo.

Lo cierto es que se descubre la agricultura y con ella los seres humanos se vuelven sedentarios. Este descubrimiento obliga a las personas a quedarse en un solo lugar, sintiéndose parte de la tierra, arraigándose a ella. Su necesidad de subsistir, obliga al ser humano a cuidar de la naturaleza y a aprender de ella. El alimento se obtiene a través del trabajo agotador de todos los días. Pero de esta manera, toda la población se podía alimentar. Obteniendo el tiempo de dedicarse a otras cosas, a dividirse el trabajo y a pensar más allá de la sobrevivencia diaria. Así, comienzan a desarrollarse las ciudades y lo que llamamos civilización. 

Actualmente la mayoría de nosotros no cultivamos nuestros propios alimentos. Es más, ni siquiera conocemos, en muchos casos, la forma o la manera de sembrar las plantas que consumimos diariamente. Es por esto, una de las razones por las que comencé a sembrar plantas y también por la nostalgia que sentí del color verde, cuando viví en la mitad de una ciudad de cemento. Encuentro necesario en esta época de la humanidad, contactarnos nuevamente con la naturaleza, a través del aprendizaje de ella. Porque está claro que las personas que vivimos en ciudades, necesitamos tener un contacto diario con los árboles y los pájaros. Pero como citadinos no podemos siempre movernos a la selva en busca del contacto natural. Por eso es necesario encontrar la manera de traer la naturaleza a la ciudad, trasformando nuestras ciudades en espacios más verdes. 

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